Un nuevo artículo científico publicado en Cretaceous Research por Adán Pérez-García, del Grupo de Biología Evolutiva de la Facultad de Ciencias de la UNED, y Cristóbal Rubio Millán, de Paleoymás, revela la presencia más antigua de la tortuga Algorachelus peregrina, en base a un espectacular ejemplar hallado durante un control paleontológico de obra en la explotación minera La Dehesa, en Estercuel (Teruel).
Su descubrimiento ha arrojado nuevos datos sobre la edad de dispersión de pelomedúsidos (la familia de tortugas de agua dulce a la que pertenece esta especie) del antiguo continente de Gondwana a Laurasia hace varios millones de años.
A los pelomedúsidos les gusta el calor
Las tortugas de la familia Pelomedusidae, así como otras del suborden al que pertenece esta (Pleurodira) pertenecen a zonas que hace millones de años se encontraban en el continente Gondwana: América del Sur, África y Oceanía, habitando generalmente regiones intertropicales. Su dependencia a estas condiciones climáticas ha causado una limitación importante en su dispersión en comparación con la otros grupos.
Sin embargo, algunos hallazgos fósiles han revelado la presencia de tortugas pelomedúsidos a latitudes mucho más altas de las que habitan actualmente, incluyendo varias zonas de Laurasia, como Europa.
Un largo y antiguo viaje
En 2013 se identificó un nuevo taxón de tortuga en Algora (Guadalajara): Algorachelus peregrina. Algorachelus es la única clase de tortugas Pelomedusidae conocida anterior a la edad Santoniense (Cretácico Superior) en Europa. Hasta ahora, su presencia más antigua se correspondía con la edad Cenomaniense (Cretácico Superior) y se había encontrado en los municipios de Nazaré y Sintra, Portugal. El fósil hallado en Algora podría ser contemporáneo a dichos restos, o ligeramente anterior.
Sin embargo, el caparazón encontrado en el municipio turolense de Estercuel, donde este linaje de vertebrados no se había identificado todavía, constituye la presencia más antigua confirmada de Algorachelus, ya que data entre las edades Albiense y Cenomaniense. El hallazgo es coherente con el cambio climático que ocurrió en esas edades, el cual provocó un calentamiento global y favoreció la expansión de especies con necesidades tan restringidas como las de Pleurodira.
Por tanto, esto significaría que el linaje de estas tortugas se dispersó de Gondwana a Laurasia, como tarde, a comienzos de la edad Cenomaniense (Cretácico Superior), pero más probablemente al final del Cretático Inferior, antes de lo que se tenía constancia hasta ahora.
La importancia de prospecciones y controles
El hallazgo de plantas fósiles en la explotación minera de La Dehesa en 2007 en Estercuel dio origen al yacimiento Estercuel 1, y desencadenó un proyecto de prospección intensiva en la zona.
En los años posteriores se realizaron varias carias campañas paleontológicas, y en 2016 nuestro equipo de consultoría inició el control paleontológico del área de estudio, que aún se está llevando a cabo en la actualidad. Estos trabajos han permitido hallar niveles ricos en restos paleontológicos, como hojas y flores de plantas acuáticas y terrestres, resina fósil (ámbar), estrellas y erizos de mar, invertebrados marinos, y por supuesto el caparazón de tortuga Algorachelus.
Estos trabajos de control se realizan gracias a la empresa Aragón Minero, perteneciente al Grupo SAMCA y se enmarcan dentro de un proyecto de intervención autorizado por el Gobierno de Aragón en el que ha colaborado con Paleoymás el equipo de paleontología del IGME de Zaragoza.
Conocer la presencia de restos paleontológicos y realizar un seguimiento de los mismos ha permitido evitar afecciones a nuestro patrimonio cultural, garantizando su conservación y protección, y permitiendo la investigación de los fósiles hallados. Todo esto no habría sido posible de no haberse realizado esas primeras prospecciones en la zona.
Bibliografía
A. Pérez-García, C. Rubio, A turtle from northeastern Spain reveals that the dispersal of Pelomedusoides from Gondwana to Laurasia probably occurred in the Early Cretaceous, Cretaceous Research, Volume 162, 2024, 105938, ISSN 0195-6671, https://doi.org/10.1016/j.cretres.2024.105938.
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