A finales de julio comenzó una labor de translocación de la colonia de moluscos del río Miño con el objetivo de reparar el caneiro de Acea de Olga (Lugo). La rotura de esta estructura fluvial, producida hacía años, provocaba que las pérdidas de agua afectasen al río en épocas de poco caudal. Además de ser un elemento patrimonial de primera magnitud, el caneiro de Acea de Olga y su reparación son claves para la rehabilitación del antiguo molino, datado de 1880.
Enmarcados en este proyecto —solicitado por la Confederación Hidrográfica del Miño-Sil—, los minuciosos trabajos de translocación, previos a las tareas de reparación del caneiro, tenían como objetivo evitar que las náyades fueran afectadas durante las obras. Las tareas de translocación fueron supervisadas por José Antonio Quiroga, presidente de la Confederación, y realizados por el equipo de la empresa Biosfera. Esta consultoría ambiental contrató al equipo medioambiental de Paleoymás para realizar los trabajos de buceo necesarios en el rescate de náyades, que consistieron en el peinado de las zonas profundas o de difícil acceso debido a las corrientes, y la retirada de los individuos localizados.
Náyade a náyade
La metodología de los trabajos de translocación ha consistido en la retirada de los moluscos, uno a uno, en las zonas señaladas, comenzando por la parte más alta del río. Tras meterlos en cubos se llevan a la orilla, donde se criban para separar las dos especies de interés —Unio delphinus y Potomida littoralis—; después, al menos la mitad de ellos se miden y marcan con minúsculos dorsales alfanuméricos únicos, con el objetivo de hacer un seguimiento de dichos ejemplares durante los próximos 5 años. Luego, los técnicos y los buzos vuelven a depositarlos en el fondo del agua, en otra ubicación sin afección por las obras para asegurarse de la supervivencia de los individuos.
El traslado de las náyades debe hacerse de pocas en pocas y en el mismo día, por lo que se retiraron unos 600 ejemplares en cada jornada. En total, se alcanzaron 13 895, siendo la mayor parte de ellas Potomida littoralis (casi 10 000 frente a los más de 4 000 de Unio delphinus).
Los trabajos de translocación fueron intensivos durante el verano, aprovechando el caudal bajo del río, y concluyeron a finales de agosto. Se ha tratado de un trabajo inédito, nunca antes hecho en España en especies acuáticas.
Aunque tal esfuerzo por conservar estos moluscos podría parecer desmedido, las náyades filtran el agua y asimilan ciertos contaminantes, por lo que son muy importantes para los ecosistemas. El número de ejemplares, además, es muy alto en esta zona, aunque no tanto como en otras del río Miño, donde sus poblaciones son aún mayores. Por ello es tan importante preservar las náyades en esta área, ya que en otras cuencas sufren una elevada recesión poblacional.
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