El 22 de abril de 1970 se celebró por primera vez el Día Internacional de la Tierra, un evento que supuso un hito para la conservación ambiental al contribuir a visibilizar los efectos de la acción humana sobre el medio ambiente y las consecuencias que esto puede tener para nuestra propia especie.
Desde su primera convocatoria, que congregó a más de 20 millones de personas en Estados Unidos, hasta la repercusión global que alcanza en la actualidad, en nuestra conciencia colectiva se ha instalado la necesidad de fomentar una economía sostenible, que promueva la armonía con la naturaleza y el aprovechamiento racional de los recursos.
La gran mayoría de los ecosistemas del planeta han sido transformados debido a la intervención humana. Los cambios ambientales y climáticos o la pérdida de biodiversidad, habituales a lo largo de la historia de la Tierra, se están generando a una velocidad nunca antes constatada por el hombre, ni por observación directa, ni por lo que las evidencias paleontológicas constatan sobre tiempos previos a nuestra existencia.
La explotación racional de los recursos naturales fomenta la sostenibilidad
Evidencias paleontológicas y geológicas
La observación y medición de temperaturas y pluviometrías, las descripciones plasmadas en documentos escritos e incluso las pinturas rupestres, aportan información ambiental desde la aparición de, siendo generosos, el género Homo. Pero ¿y antes de eso? ¿Cómo sabemos que la temperatura media en el Cretácico era unos 10ºC superior a la actual? ¿o que la biodiversidad ha sufrido numerosas crisis y extinciones masivas? Pues gracias a la interpretación que la geología (que es la ciencia que estudia la Tierra) y a la paleontología (encargada del estudio de la historia de la vida) hacen de los materiales terrestres. Resumiendo mucho, rocas y fósiles.
De este modo, la geodiversidad constituye una incalculable fuente de conocimiento sobre los diversos procesos físicos y químicos ocurridos durante millones de años (una magnitud temporal que se usa en la escala de tiempo geológico) que ayudan a interpretar el pasado ambiental de nuestro planeta y por tanto es una valiosa herramienta para gestionar el presente con el objetivo de mejorar el futuro. Esto, junto a que constituye una parte inseparable del paisaje y su belleza, justifica la existencia del término patrimonio geológico en referencia a su valor natural e incluso cultural.
Distribución de los continentes durante el Cretácico (tomada de Christopher Scotese).
Interpretación para conservar el patrimonio geológico
Además, la diversidad geológica intrínseca de un territorio, que ilustra su evolución e historia geológica, es irremplazable y por ello debe ser protegida y puesto en valor dado que su destrucción es, casi siempre, irreversible.
Tras años de experiencia, sabemos que algunas de las claves del éxito en la gestión del patrimonio geológico (y paleontológico) pasan por el reconocimiento de su valor patrimonial y el compromiso con su conservación, pero también por el desarrollo de proyectos enfocados a su puesta en valor y divulgación, motores de la dinamización del territorio mediante la generación de recursos a través del desarrollo sostenible.
Es en estos últimos donde cobran especial importancia los proyectos de interpretación geológica, centrados en una divulgación de la geología basada en el conocimiento y en la transmisión de conceptos rigurosos y amenos, adaptados a todos los públicos, mediante el uso de amplias dosis de creatividad y las más avanzadas técnicas de comunicación.
Equipamiento, señalización y puesta en valor del volcán de Cerro Gordo. ¡Descúbrelo!
Y puesto que el lema propuesto este año por la Organización de las Naciones Unidas para la celebración del día internacional de la Tierra es “Restaurar nuestra Tierra” hemos querido destacar el proyecto de adecuación y puesta en valor del volcán de Cerro Gordo en Granátula de Calatrava, Ciudad Real.
Bajo el título “Cerro Gordo: fuego, cenizas y cemento” este proyecto es un ejemplo de colaboración público-privada, gracias a la cual es posible visitar este cono volcánico cedido por la empresa LafargeHolcim España al Ayuntamiento de Granátula de Calatrava, promotor de la iniciativa, y que contó con la colaboración de la Asociación para el Desarrollo del Campo de Calatrava y del Grupo Geovol, de la Universidad de Castilla la Mancha.
¿Lo conoces? Si no es así… ya tardas.
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