Uno de los mayores logros de nuestra especie es el haber aprendido a interpretar el medio ambiente, optimizando así la explotación de los recursos naturales para incrementar su calidad de vida.
Si bien nuestra gran capacidad de adaptación permite considerarnos a los humanos como la especie dominante del planeta, el creciente descontrol en la gestión y explotación de esos recursos parece que se está volviendo en nuestra contra. Esta inconsciencia, desinterés, comodidad, o incluso avaricia, es el origen de numerosos problemas ambientales (los archiconocidos calentamiento global y cambio climático, la sequía, la sobreexplotación de recursos, la deforestación, la contaminación…), que podrían pasarnos factura.
Sí, sí: pasarnos. A nosotros. A nuestra especie (y a unas cuantas que tengan la mala fortuna de compartir su tiempo con nosotros). Porque en realidad, cuando se habla de “salvar el planeta” se debería hablar de salvar “nuestro planeta”, “nuestro ecosistema”. La Tierra tiene 4 600 000 000 años (4 600 millones) de historia geológica y Homo sapiens apareció hace unos 200 000 años. Llevamos aquí solo un 0,004% del tiempo geológico. Somos irrelevantes. La Tierra ha sufrido cataclismos mucho peores que las condiciones a las que se ha visto sometida en los últimos siglos, y continuará su curso con o sin nosotros (hasta que colapse el sistema solar, dentro de otros 5.000 millones de años).
Por ello, conservar el medioambiente no es una misión altruista basada en la compasión por el declive del mundo natural. Es, o debería ser, una responsabilidad común basada en un instinto básico de supervivencia. Y para esta misión la educación ambiental es una herramienta clave, ya que el conocimiento es la forma más efectiva de concienciación e implicación.
¿Qué es la educación ambiental?
Es el proceso dedicado a informar a la población acerca de la importancia de la protección del medio ambiente. Su núcleo es la transmisión de conocimientos y enseñanzas en lo referente a la situación del planeta y a todos los problemas que este presenta en la actualidad, con el fin de concienciar sobre ellos, sobre sus raíces y sobre sus posibles soluciones.
La intención es implicar a las personas activamente en el diagnóstico, la prevención y la resolución de problemas medioambientales, ofreciéndoles las herramientas y la motivación necesarias para hacerlo.
Existen unos objetivos específicos de la educación ambiental, recogidos en la Carta de Belgrado del Seminario Internacional de Educación Ambiental de Belgrado (1975).
– Transmitir conocimientos básicos del medioambiente en su conjunto, de los desafíos que presenta y del efecto que estos tienen sobre la humanidad.
– Concienciar y contribuir a que las personas se sensibilicen ante estos desafíos.
– Fomentar actitudes de implicación e interés a través de la adquisición de valores sociales.
– Cultivar las aptitudes de las personas que tengan las herramientas necesarias para resolver problemas ambientales.
– Generar el pensamiento crítico y la capacidad de evaluación necesarios para identificar y valorar medidas y planes de educación ambiental.
– Ayudar a las personas y a los grupos sociales a desarrollar el sentido de la responsabilidad y tomar consciencia urgente de los problemas del medioambiente, asegurando que se tomen las medidas adecuadas para contrarrestarlos.
En la misma carta se detallan varios principios orientativos por los que deberían regirse los programas de educación ambiental, como la necesidad de que esta educación sea un proceso continuo y permanente, que su enfoque sea interdisciplinario y que aunque se deberían estudiar las principales cuestiones ambientales desde un punto de vista mundial, hay que atender también a diferencias regionales.
Educar a las personas y generar el pensamiento crítico desde una perspectiva medioambiental es imprescindible para la conservación del medio.
¿Por qué es importante la educación ambiental?
Su relevancia radica en el propio valor del medio ambiente, que además de tener una importancia intrínseca es el lugar donde vivimos, por lo que nos interesa que continúe siendo habitable para nosotros.
La educación ambiental es el primer escalón en el lento ascenso hacia el compromiso con el medio natural. Informa, conciencia y sensibiliza a las personas acerca de las dificultades que presenta el medio, las impulsa a participar activamente en la prevención y resolución de obstáculos y les da las herramientas necesarias para hacerlo. El objetivo es, en definitiva, orientar a las personas a establecer una relación de cooperación con el mundo, que nos permita seguir nuestro curso de vida durante muchos años más.
Así la educación ambiental no es solo una potente herramienta de conservación: es la clave que puede llevarnos a una nueva y mejorada relación con la Tierra y con el planeta humano que hemos creado en ella.
Próximamente os contaremos de forma detallada qué podemos hacer para conservar el medio ambiente a nivel individual.
Un poco de historia
Aunque se afirma que el término educación ambiental surgió por primera vez en una reunión de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) en 1948, no se utilizó en documentos oficiales hasta más de veinte años después.
En la década de los sesenta y setenta el interés por el medio ambiente empezaba a ascender entre entes gubernamentales y organismos oficiales, siendo objeto de estudio y análisis. En 1972 se celebró la Conferencia de Estocolmo, donde la educación ambiental se declaró como responsabilidad imprescindible «en cuanto a la protección y mejoramiento del medio en toda su dimensión humana».
Tres años más tarde, en el Seminario Internacional de Educación Ambiental de Belgrado organizado por la UNESCO y el PNUMA, se creó la Carta de Belgrado, el primer documento internacional sobre la educación ambiental, que supuso un impulso definitivo para su desarrollo.
Es desde entonces (1975) que se celebra el Día Mundial de la Educación Ambiental cada 26 de enero.
La trayectoria de la educación ambiental no termina aquí, ya que desde entonces se han elaborado distintas estrategias de acción nacionales y mundiales; se han celebrado reuniones, conferencias y congresos internacionales; se han constituido comisiones, escrito documentos, convenios y declaraciones… y todo esto con el objetivo de hacer un esfuerzo colectivo por concienciar a la población y enderezar nuestro desarrollo desde una perspectiva ecológica.
Algunos espacios recomendados y relacionados con la educación ambiental
Espacio museográfico Cerro Gordo: fuego, cenizas y cemento
Visita uno de los lugares emblemáticos del patrimonio geológico de esta región volcánica tras la explotación minera de un cono volcánico de la zona. Se desarrolló un proyecto interpretativo del volcán, de calidad divulgativa, y se diseñaron e instalaron los equipamientos necesarios para su visita y recorrido (pasarelas, vallados de protección, caseta de bienvenida, adecuación de accesos…).
Laboratorio Paleontológico de Loarre
El primer laboratorio dedicado a la paleontología de dinosaurios en la provincia de Huesca, y el primero dedicado exclusivamente a preparar y estudiar huevos de dinosaurio en España. La exposición permanente del centro está enfocada a dar a conocer el patrimonio de la zona y atraer al visitante, poniendo a su alcance la posibilidad de charlar con los paleontólogos que trabajan in situ.
Centro de Interpretación del Camino de La Alfranca
Espacio expositivo sobre el Camino Natural de La Alfranca, una vía peatonal de 16 km que une un barrio de Zaragoza con el entorno natural de los Galachos de La Alfranca. El centro está pensado como punto de información y pone en valor la biodiversidad del entorno a través de una serie de paneles interpretativos.
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