La paleontología, la ciencia que estudia la historia de la vida a través de los fósiles, se sustenta en distintas metodologías y técnicas para el hallazgo, extracción, documentación y estudio del registro paleontológico.
Una de las menos conocidas es el muestreo y análisis de los microfósiles, restos de animales y plantas de pequeño tamaño, a veces microscópico, que se encuentran en sedimentos y rocas sedimentarias y cuyo estudio aporta información relevante para la reconstrucción de paleoambientes, la realización de correlaciones geológicas, la datación de fósiles asociados y, en definitiva, para estudiar la evolución biológica.
Para llevar a cabo estos estudios se aplican una serie de técnicas y tareas, en los que Paleoymás posee una amplia experiencia, enfocadas a la óptima recuperación de los microfósiles. Éstas incluyen el muestreo sistemático, el lavado y tamizado de los sedimentos (mediante un proceso físico conocido como levigado), y el triado del residuo resultante, entre otras.
Recogida y muestreo del sedimento con microfósiles
El primer paso en el muestreo de microfósiles es la recogida de muestras de sedimento en el campo o en el yacimiento. Este proceso debe realizarse con cuidado para evitar la contaminación y asegurar que las muestras representen fielmente el entorno original. Se recogen en bolsas o recipientes etiquetados en los que se especifica la ubicación exacta, las coordenadas y otras características relevantes, información que será vital durante para el análisis y la interpretación de los datos.
Los paleontólogos seleccionan lugares estratégicos, como afloramientos de rocas sedimentarias, perforaciones y excavaciones, donde los sedimentos son accesibles y contienen, o pueden contener, una alta concentración de microfósiles. En algunas ocasiones se muestrea el sedimento procedente de un yacimiento con fósiles de mayor entidad (como, por ejemplo, macrovertebrados), que podrían tener asociados microfósiles.
Lavado de sedimento mediante la técnica del levigado: el primer paso hacia el descubrimiento
Hasta esta fase, los paleontólogos no tienen certeza de la cantidad ni entidad de los microfósiles que han recuperado, porque para ello deben separarlos del sedimento sin dañarlos.
Para ello se utiliza una técnica denominada levigado, un proceso físico que se sirve del uso del agua para disgregar los sedimentos y aprovecha su distinta granulometría (tamaño de grano) para clasificar los restos por tamaño.
Lavado de muestras de sedimento.
La Micropaleontología es la disciplina que estudia la vida del pasado y la evolución de la biosfera a partir de los fósiles de pequeño tamaño, para lo cual se emplean técnicas especiales de muestreo, preparación y observación. (E. Molina, ed., 2004)
Inicialmente las muestras se sumergen en agua para ablandar y disgregar el sedimento, para posteriormente pasarlo, también con la ayuda de agua, a través de una serie de tamices de distinta luz de malla, lo que permite separar las partículas según su tamaño, diferenciándose, por lo general una fracción de residuo grueso y otra de fino.
En ocasiones, cuando la fracción fina (arcillas y limos) es escasa o inexistente, el sedimento puede ser tamizado en seco (sin utilizar la técnica del levigado) usando uno o varios tamices.
El triado: separación y recuperación de microfósiles
Tras el lavado de las muestras y el posterior y correcto secado del residuo, lleva el momento del triado, que consiste en separar los microfósiles de otros restos tales como pequeños fragmentos de roca e incluso hojas y semillas actuales.
Esta tarea tiene dos fases, el triado del residuo grueso, que se hace a simple vista recogiendo los microfósiles, generalmente con pinzas, y el triado del residuo fino, para el que es necesario el uso de una lupa binocular y distintos tipos de pinzas e incluso pinceles. En ambos casos es importante tener experiencia y habilidad para distinguir los microfósiles, y recuperarlos sin dañarlos.
Paleontólogo triando con lupa binocular.
Durante el proceso de triado, o en una fase posterior, se van clasificando los restos fósiles según grupos taxonómicos (por ejemplo, separando foraminíferos, diatomeas y radiolarios cuando tratamos de microinvertebrados), o anatómicos (restos craneales o postcraneles, en el caso del estudio de micromamíferos), aunque esto depende del objeto y naturaleza del estudio y la información que se pretenda recopilar.
La técnica de la flotación, una alternativa al levigado
Es otra técnica importante en el muestreo de microfósiles, para la cual también se utiliza el agua (u otros líquidos) en su recuperación y que se basa en las diferencias de densidad entre los microfósiles y la matriz sedimentaria. De esta manera, los restos a recuperar, que suelen ser carbones, semillas, o fragmentos de plantas, flotan en el líquido, mientras que el resto de la muestra se hunde, permitiendo recoger los microfósiles a mano o con técnicas de succión.
Los microfósiles, una potente herramienta de datación y correlación
El estudio de los microfósiles, que incluye su análisis morfológico, taxonómico y, en algunos casos, químico, proporciona valiosa información sobre los propios fósiles y su contexto.
Debido a su pequeño tamaño, su abundancia y diversidad, los microfósiles ofrecen un vasto registro fósil que puede ser analizado de manera detallada ofreciendo información de distintos tipos:
- Taxonómica y evolutiva, ayudando a reconstruir la historia evolutiva de sus respectivos grupos biológicos a lo largo del tiempo geológico.
- Paleoambiental, ya que la presencia a ausencia de determinados microfósiles puede informarnos de condiciones como la salinidad, la humedad, la temperatura o incluso la profundidad del agua (en el caso de organismos acuáticos), permitiendo identificar paleoambientes o ecosistemas.
- Paleoclimática: los microfósiles registran cambios en las condiciones ambientales a lo largo del tiempo, proporcionando datos cruciales para entender la historia climática y oceanográfica de nuestro planeta.
- Bioindicadores: En algunas ocasiones funcionan como indicadores biológicos, de modo que su aparición o desaparición en un momento dado del registro permite identificar cambios en los ecosistemas (como, por ejemplo, transiciones entre ambientes continentales y marinos).
- Bioestratigráfica, puesto que son útiles para correlacionar capas de sedimentos en diferentes localidades geográficas, facilitando la interpretación de la historia geológica regional y global e incluso permitiendo la datación de sedimentos cuyas asociaciones de microfósiles son bien conocidas y asignadas a una edad concreta.
Falange ungueal de ave, un ejemplo de microfósil.
La experiencia de Paleoymás en estos trabajos
Nuestro equipo de conservación y consultoría paleontológica lleva 25 años desarrollando tareas de preparación y recuperación de restos fósiles, entre los cuales se encuentran numerosos proyectos que incluyen lavado y tamizado de muestras. De entre ellos nos gustaría mencionar, aprovechando que se cumplen 30 años del hallazgo de Homo antecesor, la colaboración con el equipo de microfauna del Equipo de Investigación de Atapuerca con el que colaboramos entre los años 2003 y 2019. También destacamos los trabajos que desarrollamos para otros equipos de investigación como el CENIEH, o diversos estudios de microfauna asociados a las obras de la M30 y otras obras en Madrid.
Todos estos trabajos han permitido, además de avanzar en el conocimiento paleontológico y arqueológico a través del estudio de la microfauna, poner de manifiesto la importancia de los muestreos tanto en trabajos de investigación, como en obras y otros proyectos en los que sea necesario la conservación y preservación del patrimonio paleontológico.
Colaboraciones de Paleoymas en proyectos de procesado de muestras.
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